jueves, 12 de junio de 2014

La Vendedora de Cerillas



Hoy recordé un cuento de la infancia gracias a mi derpismo latente. Resulta que llegué a casa, hice un par de cosas, y prendí la notebook. Estaba entretenida leyendo cosas, pero de a poco se me fueron congelando las manos. Me daba flojera levantarme y prender la estufa, hasta que la molestia por el frío >> la molestia de dar cinco pasos hacia la fuente de calor.

Prendí un fósforo, lo llevé hasta el mechero de la estufa, y se me apagó. Lo volví a intentar, ya no podía articular bien los dedos del frío que tenía. Volvió a apagarse. A todo esto; yo estaba temblando de frío, en una posición incómoda y con el celular sonando. Prendo el tercer fósforo, y vuelve a apagarse. Empecé a pensar, frustrada, que no iba a poder prender la estufa e iba a morir (?). Sí, suelo hacerme chistes o comentarios estúpidos a mí misma. "No prendía más la estufa y se moría", pensé. 

Y ahi recordé un cuento que leía desde chiquita, "La Vendedora de Cerillas". O "La niña de los cerillos", o algo por el estilo. Se trataba de una nena muy pobre, que deambulaba por la calle vendiendo fósforos. Iba descalza y desabrigada, no había nadie en la calle para venderle, ya que era Navidad. O Nochebuena. De pronto, vio por una ventana una familia feliz que se reunía a comer un gran pavo, cerca de una estufa. O un pollo. Y la nena deseaba tener una familia así. Siguió caminando, mientras nevaba, tratando de encontrar alguien a quien venderle. No tuvo suerte, hasta que se cansó y se sentó. Quería prenderse un fósforo para calentarse aunque sea un poco. Lo prendió, y de repente empezó a ver un lugar más lindo, donde aparecía su abuelita que había muerto, y hablaban felices. Pero cuando el fósforo se apagó, volvió a ver todo como era. Entonces prendió otro fósforo, y otro, y otro; todo porque así podía volver a ver a su abuela, a la pide que por favor se la lleve.

El cuento termina con un diálogo entre varias personas, donde dicen "Pobre niña, murió de frío". "Trató de calentarse con los fósforos". "Qué barbaridad, pobre niña". Etc, etc. Y el narrador concluye diciendo algo así como "Nadie supo que ella murió feliz, viendo algo maravilloso".



Y pensé, ¿Cómo podía haber un cuento tan triste y cruel en un libro para niños? El recuerdo me dejó con un regusto amargo, pero después de un rato con las pompas cerca de la estufa y un café, me sentí mejor.

No hay comentarios :

Publicar un comentario